Paisajes

Entre el río y la niebla, el puente se dibuja como un suspiro.
El agua murmura historias que la bruma apenas deja escuchar.
Todo parece detenerse: el tiempo, el sonido, incluso la mirada.

En ese espacio suspendido, donde la luz se disuelve y los contornos se desvanecen,
el puente no solo une orillas —también enlaza mundos.
Conecta lo que vemos con lo que imaginamos,
lo tangible con lo que se intuye en silencio.

Cada paso sobre sus maderas es un tránsito entre realidades:
del ruido al sosiego, del día al misterio,
de lo visible… a lo invisible.

Porque hay lugares donde el alma también cruza,
y en la niebla, el puente se convierte en camino hacia dentro.

Explora paisajes envolventes en paseos por la niebla.